sábado, 28 de mayo de 2016

Destinados para ser libres: Agua en el desierto

Una de las características de Ale Schön, es que logra que el lector redescubra el relato bíblico de diversas formas creativas. Particularmente la historia de la samaritana tiene un tinte tan cálido, que transporta al momento de los hechos con absoluta naturalidad. Para quien tiene un primer acercamiento con la Biblia esta forma de contar la historia atrapa, atrae y hace partícipe de natural.

El libro «Destinados para ser libres - Reflexiones para jóvenes» está a la venta y fue publicado por GAD Editores. Su autor, Ale Schön, es un joven pastor que tiene más de una década trabajando con adolescentes y jóvenes.
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Transcribimos parte de este fantástico libro que será un deleite para todas las edades.
Agua en el desierto

Hace mucho tiempo atrás, hubo un encuentro fascinante. Ocurrió en un lugar muy árido, donde el agua escaseaba y era buscada con mucha pasión. En et horario del almuerzo, el grupo de muchachos se había ido a comprar al pueblo algo para comer, pero uno de ellos que estaba muy cansado, decidió quedarse, sentándose cerca de un pozo donde la gente del lugar sacaba agua. Minutos más tarde entra en acción una mujer con un botellón, quién se pone a sacar agua del pozo. Nuestro amigo ve lo que ella está haciendo y rápidamente y sin dudar, le pide que le convide agua. La chica se sorprendió cuando le habló, ya que él era de otro barrio. Pero él siguió hablándole y tenemos registrada una de las conversaciones más impactantes.

Jesús: -Si supieras lo que Dios puede dar, y conocieras al que te está pidiendo agua, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua que da vida.

samaritana: -Señor, ni siquiera tienes con que sacar agua, y el pozo es muy hondo ¿de dónde, pues, vas a sacar esa agua que da vida? ¿Acaso eres tú superior a nuestro padre Jacob, que nos dejó este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y su ganado?

Jesús: -Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna.

Samaritana: -Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener sed ni siga viniendo aquí a sacarla.

La conversación continúa. Jesús le hace ver que ella es como un desierto que necesita y ruega por un agua que calme su sed. Él la hace pensar. Jesús la ayuda a ver el cristal que la contiene. Se da cuenta de que esta intentando calmar su sed, su vacío, su necesidad, con cosas equivocadas. En su caso, ella lo hacía con hombres. La charla sigue y sigue. Llegan los muchachos de comprar, pero ninguno se atreve a preguntar nada. La secuencia ahora está paralizada: el tiempo, el viento, todo transcurre en cámara lenta. En el interior de esta chica algo pasa. Como si un río comenzara a correr dentro suyo, removiendo, rompiendo, limpiando, refrescando, dando vida. De pronto tira el botellón de agua y sale corriendo. Algo circula dentro de ella con gran fuerza, no puede detenerse. Es indescriptible, no puede callar. Jesús le había dado el agua de vida. Ella corre de un lado para otro, contando a todos lo que le está pasando. Revoluciona su barrio. Le habla a todos de ese agua. Muchísima gente sale corriendo a buscar a Jesús porque quieren también de ese agua, Y el agua refrescante no se hace negar, no se limita, no se raciona, sino que la da a todos. Porque este agua es para todos.
«Te recomiendo leer el libro de Ale Schön. Me imagino a mi mismo, como un niño sorprendido, pegando la nariz y las palmas de las manos contra una pecera gigante, observando peces multicolores nadar, mientras ignoran la pared de vidrio que da directamente al océano. Destinados para ser libres nos da el diamante de punta para cortar el cristal y que se conozca la verdad. Para salir nosotros y dejar la puerta abierta para los que vengan detrás».
Pablo Larrañaga 
Artista y pintor contemporáneo, evangelista plástico.












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