... hay dos paradigmas opuestos.La expansión neoliberal del capital llega hasta la última frontera para convertir aún el material genético, el código esencial de información, la memoria que da vida, en mercancía y propiedad privada. Pa
ra el capital transnacional, el saber indígena, los territorios indígenas y la riqueza que allí queda, son recursos escasos y esenciales para acumular.Es una locura suicida y ciega.Saben que el agua se acaba y esto los excita porque sube el precio y quien la controle tendrá más ganancias.Saben que el calentamiento desplazará pueblos enteros por tsunamis y catástrofes ambientales y se emocionan porque este desplazamiento les permite expulsar pueblos enteros y apropiarse de territorios para megaproyectos.Aprovechan el alto precio de minerales y las guerras, para entrar a territorios de víctimas y abrir minas a cielo abierto destruyendo para siempre tierras, montañas, aguas y pueblos enteros.Por eso la fuerza de los pueblos indígenas.Porque para los indígenas desde Canadá hasta Patagonia, desde Chiapas hasta Bolivia y ciertamente en el Cauca, o detenemos este “proyecto de muerte” equivocado y que está a punto de acabar con la vida toda, o nos quedamos sin futuro.Como la muerte no es alternativa, hay que sembrar de vida el futuro.No es compatible el capital con la armonía y equilibrio con la Madre Tierra.
Hay que hacer que la historia madure y se armonice con los ritmos y tiempos de la Naturaleza.
Esta madurez está en los principios esenciales de los pueblos indígenas. Por eso ahora la disyuntiva es, morir a manos del capital transnacional o reconocernos como pueblos de la Madre Tierra, es decir, como indígenas y transformar para pervivir. Por eso ser indígenas es mucho más que lo racial y o simbólico o folclórico con lo que se confunde dentro y fuera. Ser indígenas es rescatar el vínculo práctico con la Madre Tierra, reconocernos como criaturas del territorio, transformar las relaciones sociales para que el poder ya no sea necesario y consolidar una nueva economía que incluya primero la de la Naturaleza, luego la de la subsistencia y por último, la del intercambio y los mercados, para los excedentes.
O tenemos para ser en armonía con la vida o somos para tener y nos destruimos.Por eso los pueblos indígenas reclaman que no hay causas indígenas, porque todas las causas son nuestras.
Hay que hacer que la historia madure y se armonice con los ritmos y tiempos de la Naturaleza.
Esta madurez está en los principios esenciales de los pueblos indígenas. Por eso ahora la disyuntiva es, morir a manos del capital transnacional o reconocernos como pueblos de la Madre Tierra, es decir, como indígenas y transformar para pervivir. Por eso ser indígenas es mucho más que lo racial y o simbólico o folclórico con lo que se confunde dentro y fuera. Ser indígenas es rescatar el vínculo práctico con la Madre Tierra, reconocernos como criaturas del territorio, transformar las relaciones sociales para que el poder ya no sea necesario y consolidar una nueva economía que incluya primero la de la Naturaleza, luego la de la subsistencia y por último, la del intercambio y los mercados, para los excedentes.
O tenemos para ser en armonía con la vida o somos para tener y nos destruimos.Por eso los pueblos indígenas reclaman que no hay causas indígenas, porque todas las causas son nuestras.
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