viernes, 31 de enero de 2014

Unión Latinoamericana de Agencias de Noticias (ULAN)

Posted: 30 Jan 2014 09:03 AM PST
La Habana, 30 ene (PL) La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) alienta las negociaciones directas entre las partes sirias en conflicto, afirma la declaración política emitida por la II cumbre de ese bloque, que concluyó aquí.
Encomiamos a las partes sirias por haber aceptado sostener negociaciones directas en la Conferencia Internacional sobre la situación en Siria, señala laDeclaración de La Habana, suscrita por los mandatarios o sus representantes de 33 países de la región.
La Celac también expresó preocupación por la grave situación humanitaria y de seguridad en la República Árabe Siria y por la amenaza que representa para el Medio Oriente y para la paz y seguridad internacionales.
El texto felicita al secretario general de las Naciones Unidas Ban Ki-moon, quien asistió a la cita en la capital cubana, por la organización deGinebra II, en la cual se negocia el fin al conflicto armado en Siria.
También afirma que el diálogo y la negociación son urgentes y esenciales para avanzar en los esfuerzos de reconciliación nacional y para garantizar la plena aplicación de los Convenios de Ginebra en esa nación árabe.
Reiteramos que sólo un proceso político inclusivo liderado por los sirios podrá conducir a la paz y a la realización de las legítimas aspiraciones de ese pueblo, indica.
Al respecto, la declaración enfatiza que ese proceso debe basarse en la estricta aplicación de los principios de soberanía, independencia, autodeterminación, integridad territorial y no injerencia en los asuntos internos.
mgt/ool
Posted: 30 Jan 2014 07:15 AM PST
Quito, 30 ene (Andes).- Ecuador ratificó este miércoles su disposición para apoyar a los eventuales diálogos de paz entre el gobierno de Colombia y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), declaró el canciller ecuatorianoRicardo Patiño.
“El presidente Santos nos ha planteado desde hace un tiempo la posibilidad de que Ecuador pueda acompañar a Colombia en los diálogos de paz, la respuesta de Ecuador es que siempre estamos dispuestos a hacerlo”, dijo el jefe de exteriores ecuatoriano en entrevista con Bluradio en entrevista concedida luego de la reunión bilateral entre Rafael Correa y Juan Manuel Santos dentro de la cumbre de la CELAC realizada este miércoles en Cuba.
Entiendo que (el gobierno de Colombia) están analizando la posibilidad de que algún país hermano nos acompañe en este tipo de actividad y hemos manifestado nuestra absoluta disposición para acompañar al gobierno de Colombia en las conversaciones que pudiera tener con cualquier grupo irregular”, manifestó Patiño.
Por su parte el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, dijo a la prensa enQuito que durante la Cumbre de la Celac, que se desarrolló en La Habana, habló con el presidente Juan Manuel Santos sobre el proceso de paz y ratificó la absoluta y total voluntad de Ecuador en servir a Colombia para lograr la paz en lo que sea necesario.
“Nuestro total apoyo al proceso de paz (…) en lo que podamos servir estamos encantados (…) las conversaciones de paz son la mejor noticia para la región”.
Correa destacó los diálogos de paz en Colombia como la mejor noticia para la región y recordó que en caso de lograr éxitos esas conversaciones se pondría fin al último conflicto civil de América Latina que ha desangrado al país sudamericano.
Sin embargo, Ricardo Patiño recordó al entrevistador que Ecuador sólo ha manifestado su total disposición de colaborar en el proceso de paz, pero que la decisión la debe tomar el gobierno de Colombia.
Posted: 30 Jan 2014 07:05 AM PST
Argentina, 30 Ene. (Télam).- El día de ayer, cuando se clausuró la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos (CELAC), también pareció cerrarse un gran capítulo del proceso de integración regional, abierto ocho años atrás en Mar del Plata, cuando se reunió por última vez la Cumbre de las Américas.

Las puntas del ovillo son bien distintas: en el 2005 un pequeño grupo de países, liderados por Brasil, Argentina y Venezuela, rechazaron la propuesta del Alca, que venía germinando, lenta pero inexorablemente, desde hacía diez años. El frente latinoamericano distaba de tener una posición uniforme: México y buena parte de Centroamérica tenían intenciones de firmar un tratado de libre comercio a escala continental, y sólo el peso específico del trípode sudamericano volvió al proyecto inviable. Nueve años después, la cumbre de la CELAC reunió a 33 gobiernos latinoamericanos bajo un manto político común, sin la presencia norteamericana. Ni siquiera los gobiernos de centro derecha plantearon en estos días volver al escenario anterior. Como telón de fondo, la cita fue en la isla de Cuba, único país americano que no integra la OEA, que a esta altura es casi un fósil institucional.
Tan interesante como ver las puntas del ovillo es pensar el recorrido que llevó de un extremo al otro. La multiplicación de gobiernos progresistas fue dando envergadura a las posiciones integracionistas. Nacieron nuevos instrumentos regionales, como la Unasur. El discurso latinoamericanista, por muchos años refugiado en el placard de las minorías, se volvió una lengua común.
El avance, en ese sentido, fue eminentemente político. Un conjunto de líderes con una notable conciencia de pertenecer a una misma encrucijada histórica estrecharon relaciones personales, crearon vínculos de confianza, generaron patrones de acción comunes. Algunos aprendieron a jugar casi de memoria. Las cumbres tuvieron, como nunca antes, un carácter menos protocolar y más ejecutivo. En más de una oportunidad viajaron de urgencia para abortar intentos de desestabilización o golpes de Estado. En otras oportunidades las “roscas” e internas quedaron a la vista pública, como cuando el entonces presidente Uribe fue prácticamente interpelado por sus pares en una reunión en Bariloche en el 2009, al conocerse la intención del gobierno colombiano de instalar bases norteamericanas.
El triunfo más rotundo de estos acercamientos diplomáticos es que, más allá de algunos puntos muy oscuros (como el golpe de Estado en Honduras, o la destitución de Lugo en Paraguay), se viven procesos políticos y económicos progresistas y populares, en un marco de estabilidad institucional. Esa combinación es absolutamente inédita para la historia de América Latina. Y es difícil de imaginar que esa novedad hubiera sido posible en un contexto de fragmentación regional.
En la primera cumbre de la CELAC, a fines del 2011, Cristina  Fernández de Kirchner le ponía números a esa falencia: en medio de un clima general de festejo por el hito político de haber reunido por primera vez a todos los gobiernos de la región, advirtió que el comercio intra zona apenas llegaba al 16% del total. En Europa es más del 70%. Antes de ayer volvió sobre la misma cuestión, pero con mayor énfasis: llamó a tener una “agenda concreta”, ante el peligro de “estar construyendo una segunda dependencia, que ya no será geográfica, sino que sea mucho más profunda, más estructural, tal vez menos perceptible, pero más definitiva”. Como si fuera poco, agregó que “el tiempo se agota”.
No fue una preocupación aislada. Dilma Rouseff tuvo también un discursocentrado en la economía: arrancó contando con algo de detalle cómo Brasil y Cuba crearon un consorcio para construir un mega puerto a 50km de La Habana, con una inversión total de casi 1000 millones de dólares. Cuando esté terminado va a ser un punto de paso para miles de buques contenedores de gran calado. La empresa constructora es la gigante Odebrecht, de capitales brasileños. “Este puerto es un ejemplo concreto de las posibilidades la cooperación y la integración latinoamericana”, apuntó Dilma. Se trata de un hecho muy puntual, más bilateral que regional, pero marca una de las tendencias posibles: la integración es también la expansión de las empresas latinoamericanos dentro del mismo continente. El protagonismo de los gobiernos direcciona, en el mejor de los casos, esa característica propia del capital.
Por supuesto, también tuvieron lugar las declaraciones en contra del bloqueo a Cuba, el colonialismo de Malvinas, o el llamado a que Puerto Rico se incorpore como país latinoamericano. Sin embargo, la sensación que deja esta segunda Cumbre es que el desafío próximo, después de haber logrado existir como comunidad política, pasa por preguntarse qué se hace, en términos económicos, con semejante victoria. 
Por Federico Vázquez

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